¿QUÉ DEBEMOS HACER FRENTE A LAS INTOLERANCIAS ALIMENTARIAS?
Las intolerancias alimentarias surgen porque nuestro organismo no es capaz de absorber determinados tipos de nutrientes. Es importante distinguirlas de las alergias, estas últimas desencadenan una reacción mucho más acelerada en el sistema inmunológico y peligroso para la salud.
¿A qué se deben las intolerancias?
Para que los alimentos que se ingieren puedan ser asimilados por el cuerpo se precisa la intervención de unas sustancias conocidas con el nombre de enzimas digestivas. Estas sustancias actúan sobre cada uno de los nutrientes de los alimentos para que puedan ser aprovechados a nivel celular.
Muchas de las intolerancias alimentarias se deben a la carencia o deficiencia de estas enzimas responsables de la digestión alimentaria. Y cabría preguntarse por qué nuestros abuelos no padecían intolerancias o alergias alimentarias.
A lo largo de varios siglos, hemos mantenido una dieta ancestral sin grandes cambios. Todos los alimentos que se ingerían eran naturales, se daban cultivos propios de hortalizas y verduras, y los alimentos no llevaban ningún tipo de aditivo o pesticida ni eran modificados genéticamente como ocurre en la actualidad.
Con el descubrimiento de América, se trajeron a Europa alimentos desconocidos que hoy forman parte habitual en nuestra dieta, pero el hecho de que fuesen procesos adaptativos más lentos permitía ir desarrollando las enzimas necesarias para poder asimilarlos adecuadamente.
Sin embargo, la globalización del siglo XXI nos ha llevado a disponer de una forma acelerada de innumerables alimentos que antes eran totalmente desconocidos en nuestra dieta.
Los alimentos que se hallan a disposición del consumidor son de lo más variopintos, a la vez que se ha producido una progresiva introducción y afianzamiento de otras culturas gastronómicas en nuestro medio.
Ello ha llevado a que se incrementen de forma exponencial las intolerancias alimentarias, existiendo multitud de test para analizar la intolerancia del organismo a determinados alimentos.
Existen intolerancias de varios tipos; las que pueden heredarse en nuestra genética, las congénitas, que son poco comunes, y las que se producen por una deficiencia de las enzimas digestivas…
¿Las razones de estas últimas?
Muchas intolerancias que vemos actualmente en la farmacia se deben a un consumo excesivo de ciertos alimentos tales como avena, huevos o naranjas.
Ante el problema de las intolerancias, algunos especialistas son partidarios de orientar la dieta en función de la sensibilización a los alimentos, excluyendo los que produzcan esta reacción. Pero esta práctica conduce a realizar dietas restrictivas que no son nada recomendables.
Por el contrario, expertos en inmunología han destacado un éxito superior al 70% en las terapias que consisten en que el paciente que sufre intolerancia a determinados alimentos, tras haberlos suprimido en un comienzo del tratamiento, los vayan reincorporando de manera progresiva con el fin de producir respuestas inmunitarias que crean tolerancia frente a dichos alimentos.
Por otro lado, dada la importancia de las enzimas en el sistema digestivo, es importante saber que en nuestra dieta hay alimentos que son fuente de enzimas digestivas; en particular las hortalizas, los germinados y ciertos alimentos fermentados como el miso y las frutas frescas de consumo en crudo. La mejor forma de desarrollar enzimas es mediante la masticación, por lo que los alimentos crudos hacen que se generen encimas.
Frutas como la piña, la papaya, el mango, el kiwi, o alimentos como la miel o el kéfir favorecen el sistema digestivo.