Las quemaduras son daños en el tejido producidos por el calor, la sobreexposición al sol o a otra radiación, o el contacto con productos químicos o la electricidad.
Las quemaduras son daños en el tejido producidos por el calor, la sobreexposición al sol o a otra radiación, o el contacto con productos químicos o la electricidad.
El tratamiento de las quemaduras depende del lugar y de la gravedad de la lesión.
Para explicarlo, vamos a empezar por conocer la piel, un órgano especial al que hay que cuidar. Representa el 15% del peso corporal, es el órgano más extenso del cuerpo humano. Recubre todo el organismo, pero no es una simple envoltura. Su importancia es comparable a órganos como el corazón, los pulmones, el hígado o los riñones.
La piel es la barrera que nos protege del exterior, nos ayuda a controlar la temperatura corporal y, en cierta medida, refleja las radiaciones solares perjudiciales. A través del sudor ejerce una acción de eliminación de muchos productos perjudiciales.
La abundante inervación nerviosa de la piel transmite la información relacionada con el tacto, la presión, el calor, el frío o el dolor.
La piel interviene en el metabolismo corporal. En ella se produce la síntesis de la vitamina D, esencial en el control del calcio y del fósforo absorbidos en el intestino y depositados en los huesos.
Cada vez tiene más importancia la función inmunológica de la piel. Es el blanco de las reacciones inmunológicas extracutáneas, pero además, es capaz de producir respuestas inmunológicas autónomas.