La caída capilar es un fenómeno natural que ocurre de manera cíclica permitiendo renovar todo el cabello y el vello de nuestro cuerpo. No obstante, en ciertas situaciones la caída capilar puede incrementarse debido a múltiples factores, desde la predisposición genética, alteraciones hormonales, alteraciones en la dieta o incluso asociada a situaciones de estrés emocional o cambios estacionales.
Cada pelo está formado por dos partes esenciales y bien diferenciadas: el bulbo, alojado en la piel, que es la región metabólicamente activa del cabello, y el tallo, la parte visible que presenta multitud de formas y colores dependiendo de su estructura molecular y la cantidad y tipo de melanina que contiene.
La alopecia androgenética (AGA) es el tipo de alopecia más frecuente en hombres y mujeres. Hay muchos factores implicados en inicio y desarrollo de AGA, siendo la predisposición genética uno de los más relevantes. Este tipo de alopecia está causada por la actividad de un enzima (una proteína) presente de manera natural en el cuerpo, la enzima 5-alfa-reductasa que convierte la hormona testosterona en un derivado de esta llamada dihidrotestosterona (DHT), responsable de la miniaturización o adelgazamiento del cabello. Esto provoca una menor densidad capilar que resulta evidente con el paso del tiempo y que puede conducir a una pérdida total de cabello en las áreas afectadas.
El efluvio telógeno (TE) agudo es un tipo de alopecia caracterizada por la pérdida aguda de cabello en un periodo no superior a 6 meses. Si la duración fuera superior a este periodo de tiempo, se tratará de un efluvio telógeno crónico. Las mujeres de entre 30-60 años son el colectivo más afectado por este tipo de caída capilar excesiva.
En algunos casos hay algún factor desencadenante que suele ocurrir de 2 a 4 meses antes del inicio del efluvio, tal como estrés emocional, dietas restrictivas, alteraciones hormonales y/o parto. Frecuentemente, la resolución del factor estresante permite el retorno al ciclo normal del cabello.